Amanecer con el espacio entre el hemisferio izquierdo
y dos dedos hacia el centro de mi cara se llena de una luz que dobla las esquinas
en los bordes de la baranda.
Las
funciones digestivas se desacomodan, sabor algo amargo.
El
color azul masculino de un líquido en donde algunos insectos ejercen maniobras
de flotación, se mueve en círculos desde el margen al que mis ojos alcanzan a
ver, con imprecisos límites, a poca distancia, en una mesita sobre mi cabeza,
transparente, detrás de la cual la línea de sombra de la noche se retira.
Me
siento, oscilo, uso la mesita para tratar de elevarme, oscilo, el líquido se agita, oscilo, el cielo se menea.
Vertical
ya, la línea de flotación de mis pensamientos se estabiliza.
Intento
hablar, uso palabras que considero difíciles y suelen medir el estado de
movilidad de mis labios en coordinación con la lengua: cardamomo, enebro,
cebada, cúrcuma; a mi voz no le va mejor que
a mi cuerpo , tan inestables que se resbalan las sílabas, algunas suenan
más de la cuenta.
Insisto
con las palabras, raíz de lirio, cilantro, granos de paraíso, son algunos de
los productos con que se aromatiza la bebida que estuve consumiendo.
Me
doblo sobre el abismo, allá lejos, oigo o imagino oír el sonido de algo que
comienza, las luces de las calles parpadean agónicas antes de apagarse.
12
pisos, como las horas, se acercan apresuradamente, ahora sé lo que se siente volar
al amanecer.
#amanecer
#amanecer
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